jueves

Cuatro claves para que tu hijo sea feliz

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Fernando Alberca
Almuzara, 2006


Si lo pensamos detenidamente, el objetivo de todo padre debería ser el mismo: que sus hijos sean lo más felices posible. Pero algo tan simple no es tan fácil como pueda parecer; los problemas diarios y la rutina enturbian a menudo nuestra visión y logran que olvidemos lo primordial a menudo.

En realidad, si observamos a los niños, nos daremos cuenta de que ellos conocen mejor que nosotros la tranquilidad de no caer en la nostalgia, las preocupaciones, la ansiedad... Muchos afirman que la felicidad real la da la infancia; otros, afirman que es una felicidad aún en pañales, nunca mejor dicho, pues resulta de la satisfacción de las necesidades más básicas y no de la seguridad, la aceptación de las circunstancias, la realización de uno mismo.

Fernando Alberca subraya que es precisamente la infantilidad del niño lo que nos estorba al afirmar que es auténticamente feliz, como no lo es tampoco un adulto inmaduro. Afirma también que "el niño en su infancia sólo logra parte de su felicidad si se acomoda a las circunstancias". Tras estas palabras surgen varios focos de discusión: a qué llamamos felicidad o si el niño ha de amoldarse al mundo adulto tan tempranamente. Vayamos aclarando para comenzar que la perspectiva de este libro es ante todo respetuosa con el niño y que da el mismo valor al niño como individuo único que como individuo social, esto es, Alberca busca aclararnos que sólo respetando la propia forma de ser de cada niño y dándole las claves de cómo vivir en sociedad podremos ayudarle a confluir en armonía con las circunstancias que le irán acompañando a lo largo de su vida y ser consecuente en sus acciones.

Alberca da una definición muy acertada del concepto de felicidad: "es el estado de satisfacción que uno experimenta por lo que hace, piensa, dice o siente, al ir mejorando como persona. El ser humano tiene todo lo necesario a su alcance para lograr la felicidad. Pero depende de la propia persona principalmente y de cuantos le rodean en menor medida." Fijémonos cómo el equilibro vendría de asumir las circunstancias, pedir lo posible, estar en sintonía con el propio yo y con el conocimiento de nuestras emociones. Es clave recordar que la felicidad es posible, pero sólo cuando somos realistas con nuestras posibilidades y las asumimos con sabiduría. Respecto al último punto de la definición de Alberca, que la felicidad depende de cada cual y mínimamente de los demás, nos quedaremos con que, como padres, hemos de brindar las herramientas para conocer qué es realmente importante en la vida y cómo superar los reveses. Como adultos nos recuerda que siempre estamos a tiempo de lograr la felicidad si sabemos mirar como es debido y actuamos en consecuencia

Destaca Alberca que los principales enemigos de nuestros hijos son el ignorar cómo y quiénes son en realidad, que no se sientan queridos y sobreprotegerlos. La conclusión es obvia: somos los padres los principales responsables a la hora de facilitar el equilibrio emocional de nuestros pequeños. 

Este volumen publicado por Almuzara no se queda en la superficie a la hora de analizar los problemas más habituales de los padres en su ardua tarea de educar. Temas como la desobediencia, la superación de la inseguridad, las luchas de poder o la frustración reciben una atención minuciosa, abordada con todo detalle y aportando soluciones prácticas y sencillas a través de consejos fácilmente aplicables. Quedaremos prendados al instante de sus claves básicas para lograr la felicidad de nuestros hijos (cómo enseñarle a disfrutar de lo extraordinario o cómo enseñarle a superar los obstáculos, por ejemplo), pero sobre todo nos veremos reconocidos en los problemas básicos que nadie nos enseña a superar salvo la propia experiencia (y no siempre, por desgracia). 

Desde "Los libros de mamá Guisante" recomendamos este libro sin dudarlo, pues aclara abundantes claves y nos regala consejos que bien podríamos anotar en post-it para tener presentes siempre en el hogar y no olvidar así lo más importante: el niño aprende a ser feliz gracias a nuestra labor como padres. 

Me quedo con una interesante cita para cerrar esta reseña acerca de la tarea moral, más que práctica, que es la crianza:

Todos queremos que nuestros hijos sean responsables y libres, y para ello hemos de darles las oportunidades de ejercitarse en la elección libre y en el sometimiento responsable y natural a las consecuencias que se derivan de cada una de sus elecciones (p. 69). 

Y para ti, ¿qué es lo más importante en la educación de tus hijos? ¿Tienes alguna clave que te ayude en tu tarea diaria de criar?
¡Te agradeceré muchísimo que compartas tus experiencias!